ANTE LA polémica generada por la apertura de la “Farmacia Popular” en Recoleta, las cadenas de farmacias y los laboratorios no pueden reclamar competencia desleal o que el problema es falta de subsidios.

La respuesta del alcalde Jadue es la consecuencia de márgenes muy elevados, acuerdos de precios y diferencias demasiado grandes entre dos mercados. Se sabe que es posible “separar” un mercado cuando existen grupos de demandantes sin posibilidades de venderse entre sí, lo que significa que los vendedores pueden mantener precios distintos para sus compradores, para optimizar las utilidades.

Como existen muchos laboratorios, para que esto se produzca sistemáticamente resulta evidente la necesidad de alguna forma de acuerdo entre ellos, ya sea explícito o tácito.

En la situación chilena, un grupo de compradores está dado por las tres grandes cadenas de farmacias, otro por las farmacias pequeñas; estos actores son los que verdaderamente le venden al consumidor final. En este escenario, Cenabast constituye un comprador en grandes cantidades, que accede a precios más bajos, para su distribución en el sistema público de salud.

La idea del alcalde Jadue ya ha despertado interés en muchos jefes municipales, lo que era predecible, pero este proyecto tiene muchas aristas que significarán dificultades.

Existen problemas de competencia con las farmacias pequeñas, y va a plantear problemas al Ministerio de Salud, porque todos los que necesitan tratamientos muy caros, y viven en otras comunas, van a presionar por su derecho a la salud.

A la misma municipalidad le puede significar un aumento de “habitantes”, dada la viveza criolla, reclamos si fallan los stocks o no existe en su lista un medicamento caro y necesario para un grupo.

Cenabast con frecuencia ha presentado problemas, los que esperamos no se repitan, por la tranquilidad de los alcaldes pero, sobre todo, por el impacto que tiene en el bienestar de la población no tener remedios en los consultorios. Eso siempre será mucho más importante que las farmacias populares.

 

Columna de Hugo Lavados Montes, rector de la Universidad San Sebastián

 

Fuente: Pulso