Para el ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, la tramitación del Presupuesto 2016 y el reajuste del sector público dejaron una gran lección para todos los actores: es «la mejor encarnación del realismo sin renuncia».

Por Marta Sánchez Leiva.

No conoce personalmente al recién electo Presidente de Argentina, Mauricio Macri, pero sí al ministro de Hacienda, Alfonso Prat-Gay, y al presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger. “Me los he topado en mis distintos trabajos y pasadas por la academia”, recuerda.

Y, seguramente, hoy como ministros de Hacienda de Chile es posible que se vuelva a encontrar con ellos en más de alguna reunión internacional o visita de Estado.

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Por ahora, no obstante, Rodrigo Valdés no ha tenido mucho tiempo de enterarse en detalle del programa económico que seguirá el nuevo gobierno argentino una vez que asuma el 10 de diciembre, porque durante todo noviembre estuvo volcado a sacar del Congreso el Presupuesto del próximo año y el reajuste del sector público. “Todo ha sido una primera experiencia para mí”, confiesa.

Después de la tramitación del Presupuesto 2016, ¿cree que la Nueva Mayoría entendió que el crecimiento económico no está garantizado?

Creo que lo tenían bien claro desde antes, lo que sí me llamó la atención fue el grado de responsabilidad de los políticos. Tuvimos muchas sesiones difíciles, pero al final la idea de reasignar, en vez de simplemente gastar, caló hondo. Finalmente, muchos líderes del Parlamento entraron en ‘modo reasignación’. Y eso habla bien de la seriedad de Chile, de la responsabilidad del gobierno y también de la Nueva Mayoría. Incluso, hubo varios parlamentarios de la oposición que ayudaron en algunos temas.

¿Por qué el gobierno se desgasta negociando reasignaciones presupuestarias si las puede hacer sin autorización del Congreso?

Tenemos cierta flexibilidad en materia de reasignaciones, pero no es del todo completa. No podemos pasar recursos de un ministerio a otro así nomás. Hubo aquí resignaciones importantes, como la del programa Más Capaz, para poder financiar el programa de becas Milenio II, lo que involucró muchas conversaciones y, de paso, sirve como una construcción colectiva para tener un mejor presupuesto.

¿Construcción colectiva que se hace más necesaria considerando el bajo precio del cobre?

Sin duda, los tiempos de menos holguras económicas y, en particular, holgura fiscal, requieren de ser muy cuidadosos con cada peso que se pretenda gastar. Llevábamos más de una década en que era más fácil solucionar una urgencia o algo importante gastando un poco más, pero ahora vienen tiempos en que vamos a tener que ser mucho más estrictos. Eso, creo, se ha entendido bien y, más aún, he tenido la suerte de tener mucha cooperación. De partida, cuento con una dirección de Presupuestos que es un lujo en Chile. Yo conocía de antes al director, Sergio Granados, pero no habíamos trabajado mano a mano y creo que hacemos un muy buen equipo.

¿Qué va a significar ser más estricto?

Que tenemos que estar seguros que cada peso gastado rendirá: no hay mucho espacio para equivocaciones cuando uno tiene menos plata. Igual que una familia, si tiene más recursos puede darse el lujo de comprar y planear más cosas; cuando se tiene menos, debe reasignar los recursos que tiene de la manera más inteligente posible.

¿Esto implica que el gasto público crecerá menos en los próximos años?

No podemos asegurar qué pasará con el gasto, porque eso dependerá de cuánto crezca Chile, dónde esté el precio del cobre y dónde esté el balance estructural al final del día. Pero un buen ejemplo de ser estricto fue restringir la contratación de personas a honorarios en el sector público, de manera de estar seguros que una contratación adicional a honorarios tiene que estar plenamente justificada y no queda simplemente a discreción de una persona.

¿Logrará mantener ese control en tiempos de elecciones?

Las elecciones son parte del ciclo natural de los países. La política económica tiene que ser siempre buena, siempre la correcta y, por lo tanto, espero que el próximo año también tengamos una discusión de este tipo. El problema es que si uno hace política pública simplemente agregando demandas, eso nos llevaría a un total de gasto insostenible. De hecho, hicimos el ejercicio y considerando sólo las indicaciones presentadas por los parlamentarios, el mayor gasto solicitado suma $ 2,9 billones, lo que representa un 15% del gasto público contenido en el Presupuesto 2016. Esto aumentaría en siete puntos el 4,4% de crecimiento del gasto planteado para 2016, en comparación con 2015.

La polémica por salud

Finalmente, ¿cómo se zanjó la discusión de la construcción de hospitales?

El listado es el siguiente: 27 hospitales se terminarán durante este gobierno, cinco de esos son realizados por los gobiernos locales íntegramente y 22 son con dineros del gobierno central. Estos no fueron discutidos en el Congreso, lo que se discutió arduamente fueron los segundos 20, donde el compromiso es dejarlos en construcción durante este gobierno y con, al menos, un 10% de avance. Para ese grupo teníamos que ponernos de acuerdo de cuánto gastaríamos el próximo año, porque más importante que el 2016 era tener en perspectiva el 2017 y 2018, porque estos años se ven fiscalmente más apretados que el 2016 por los compromisos que hemos ido adquiriendo.

¿Cuáles?

Entran más universidades e institutos a la gratuidad, está la misma construcción de hospitales, está el tema de que ingresarán más colegios al fin del copago, por lo tanto, tenemos compromisos altos. Entonces, financiar esta construcción de hospitales requería un trabajo muy fino para no comprometer inicios de obras que después no se puedan financiar.

¿Cómo se llegó a esa fórmula?

En una primera oportunidad tuvimos un calendario en que algunos hospitales quedaban casi listos, otros casi nada o nada. Después tuvimos una segunda vuelta en que se hacían todos, pero lentamente, incluso algunos quedaban con menos del 10% en construcción. Y una tercera alternativa fue que invitamos a los gobiernos locales a financiar una parte pequeña de esto, tomando como ejemplo el caso de la IV Región, donde los parlamentarios locales, el intendente y el Core se pusieron de acuerdo estableciendo un cofinanciamiento para la construcción del CDT de La Serena. Eso nos permitió destrabar la discusión reasignando recursos con cargo a una parte de la provisión de los fondos espejo que otorga el Transantiago.

Las críticas apuntan a que los $ 13 mil millones que se liberaron para estos efectos no alcanzan ni para la construcción de dos consultorios…

Hay que tener cuidado con eso, porque ese total es el dinero de un año y son los gobiernos locales los que decidirán si gastan esos recursos en los hospitales, nadie los puede obligar a hacerlo. Además, no son para construir un hospital de manera completa, sino sólo para complementar la inversión, de modo de acelerar el proceso de construcción.

¿Es correcto que este gobierno comprometa dineros para la construcción de hospitales más allá de la duración de su mandato, como son los años 2019 y 2020?

Por supuesto, porque los hospitales rara vez se construyen en cuatro años. Yo dije que en el gobierno del ex Presidente Sebastián Piñera todos los hospitales que se inauguraron, excepto los de emergencia, se habían iniciado en gobiernos anteriores. Eso no tiene nada de malo ni de equivocado, lo importante es ser transparente con esto, dejando las cosas con sus flujos financieros bien establecidos.

La gradualidad

¿Cuál es el ritmo que tendrá la gradualidad de la gratuidad en educación superior?

Hay una glosa que entrega un aporte para gratuidad a una serie de universidades y centros de formación técnica que cumplan ciertos criterios, donde básicamente los alumnos que estén ahí deben pertenecer al 50% más vulnerable de la población. Ese es el primer avance, ¿qué pasará hacia el futuro? Tenemos que discutir esto en una ley que entrará al Congreso en diciembre.

¿Es posible seguir avanzando en estos cuatro años en la gratuidad más allá del 50%?

El programa de gobierno contemplaba llegar al 70%, vamos a depender de los recursos para poder llegar a ello. No obstante, más importante que avanzar en los porcentajes es que más instituciones logren entrar a la gratuidad. De ahí que tenemos como compromiso enviar este proyecto de ley para facilitar la conversión de los institutos y CFT a que se transformen en entidades sin fines de lucro, pero arrastrando su acreditación para que no la pierdan.

Si sumamos educación y salud, pareciera que están dejando muchas cosas por financiar con cargo al próximo gobierno…

En el tema de educación hay que avanzar en la medida en que tengamos los recursos. La ministra de Educación, Adriana Delpiano, dijo claramente que ‘la gradualidad de la gratuidad la podremos ver año a año en virtud de los recursos que dispongamos’. Estamos todos hablando el mismo idioma: el de priorizar y de gradualizar. Esas son las dos anclas de lo que estamos haciendo, porque no podemos hacer las cosas irresponsablemente. Esto es la mejor encarnación del realismo sin renuncia. No vamos a renunciar a avanzar a cómo creemos que debe ser Chile en todos los ámbitos, pero la rapidez con que avancemos tiene que ser realista, tiene que ser sostenible en el tiempo, financiable, y en eso hemos estado.

¿Lo lograrán con un precio del cobre que se acerca a bajar de los US$ 2 por libra?

Esperamos que remonte y llegue a los US$ 2,50 el próximo año, porque con ese nivel está calculado el Presupuesto, si no tendremos menos recursos y habrá que graduar en las siguientes etapas los distintos gastos. Nosotros podemos ajustarnos a una nueva realidad con tiempo, porque tenemos espacio para hacerlo, pero si esta nueva realidad es más difícil tendremos que ir adaptándonos a estas dificultades…, ojalá no sea así.

En agosto pasado, en este mismo diario, usted afirmó que “en las condiciones actuales crecer 5% no se ve fácil”, que es el promedio de expansión que se colocó de meta este gobierno, ¿hoy es más difícil?

Más difícil, porque desde esa entrevista ha pasado tiempo y hemos crecido menos, por lo tanto, el promedio mecánicamente baja y las condiciones globales no hacen pensar que vayamos a tener una recuperación rápida del mundo emergente. Tenemos que ver también el vecindario, donde Brasil y Argentina tienen muchas tareas por delante, por tanto, las condiciones son de un crecimiento más bajo. El PIB potencial está creciendo en estos momentos un poco más de 3,5%, crecer a esas tasas pronto sería un buen resultado.

¿No le preocupa ser un ministro de Hacienda que conduce un país que sólo crece en torno al 2%?

El promedio de crecimiento será bajo, sin duda. Me tocó un tiempo difícil, pero el valor de hacer una diferencia en tiempos difíciles es mayor y, ciertamente, me preocupa el crecimiento, y muchísimo. Además, creo que todo el mundo está teniendo el mismo diagnóstico y eso sirve. Esto de focalizarnos en productividad es un concepto que nos está ayudando a organizar la agenda hacia adelante.

Si se sigue deteriorando el escenario económico, ¿cómo el gobierno piensa seguir avanzando con sus compromisos, por ejemplo, con llegar al 70% de gratuidad en la educación?

La velocidad de avance de algunas reformas ciertamente dependerá del crecimiento. No podemos ofrecer irresponsablemente beneficios.

Eso, ¿cómo se traduce en la práctica?

Que si uno es irresponsable, al poco andar hay que recortar. De hecho, este reajuste del sector público, que entiendo que es muy bajo y legítimamente los trabajadores querrían más, nos permite pavimentar el camino para no tener que recortar más adelante.

Si baja el precio del cobre de los US$ 2, ¿qué le pasa a Chile?

La baja del cobre le pega a Chile fuertemente, pero desde el punto de vista fiscal no pasa mucho si baja de US$ 2,01 a US$ 2. Estamos llegando a un área en que la caída del precio del cobre es menos importante, porque ya no hay utilidades en Codelco para distribuir, por ejemplo. O sea, el balance fiscal empieza cada vez a ser menos sensible al precio del cobre, y como ya nos ha pegado fuertemente, habrá que trabajar más por el lado de los costos para poder tener rentabilidades en las minas de nuevo.

En este contexto, ¿cuál será su línea a seguir en las empresas públicas considerando que tanto Codelco como BancoEstado, TVN y Enami son firmas que requieren de recursos constantemente?

Hay empresas públicas que son rentables y otras que son menos. Yo esperaría que se mantuvieran al menos sin perder dinero. Ahora, con el cobre bajo, sin duda que Enami, por ejemplo, vive una situación especial, y ya tendremos las conversaciones respectivas con ellos para ver cómo abordamos este tema. TVN es otro caso especial, está en una industria que tiene condiciones muy desafiantes y requiere de especial esfuerzo para poder reequilibrarse. En cambio, en Codelco y BancoEstado, al Fisco le conviene invertir en la medida en que hagan buenas inversiones, porque son rentables.