Pasaron de 115 mil a 148 mil en los últimos tres años:
Cifras muestran un traspaso de subsidios desde el primer al segundo semestre de vida. Pese a ello, aún se genera ahorro para el Estado por la extensión del beneficio.
Por René Olivares y Nadia Cabello.
Hasta octubre de 2011, Chile vivía una «epidemia» de reflujo entre los lactantes. Al menos así lo mostraban las cifras de licencias médicas por esta enfermedad, que por lo discutible de su diagnóstico, funcionaba en los hechos como una extensión del posnatal, que hasta entonces duraba poco menos de tres meses (84 días).
Como efecto inmediato, tras la entrada en vigencia de la nueva política pública hubo una sostenida baja en los subsidios por enfermedad grave del hijo menor de un año, que llega a una disminución de 87% en el número entre 2012 -primer año completo del posnatal extendido- y 2014.
Sin embargo, con la extensión del reposo hasta los seis meses, ocurrió un efecto de «trasvasije»: desde el inicio del nuevo sistema, las licencias médicas emitidas durante el período posterior -es decir, entre los 169 y los 365 días, el segundo semestre de vida- se han incrementado sostenidamente.
Así, si en 2012 hubo poco más de 115 mil licencias, en 2013 la cifra aumentó a 126 mil, y en 2014 a 148 mil. Esto implica una subida de 28% en dos años.
La responsabilidad de los médicos -que son quienes extienden las licencias médicas- es asumida por el past president de la Sociedad Chilena de Pediatría, Francisco Moraga. Afirma que «el fomento a la lactancia y apego es un tema de políticas públicas a las que Chile suscribió en la Carta de Derechos del Niño. Pero durante años ocurrió que los médicos terminábamos haciendo el trabajo del Estado, que era en base a una licencia, que no correspondía aunque tampoco era falsa. Lo falso era que el Estado no asumía la protección de los niños a la que se había comprometido, y que la extensión del posnatal vino a solucionar».
Aún así, Moraga cree que puede haberse traspasado un porcentaje de las licencias debido a dos factores. El primero es que «debemos preguntarnos si ese aumento no corresponderá efectivamente al número de enfermedades que aparecen en los niños de esa edad, porque a los seis meses se termina la inmunidad que la madre traspasa al hijo a través de la placenta», y en segundo lugar, a que «hay muchas madres, sobre todo las que son jefas de hogar, que muchas veces no tienen posibilidades de dejar al niño al cuidado de alguien, por temor y porque no confían en las salas cuna». A su juicio, en esos casos, una vez más, el posnatal se estaría haciendo cargo de problemas de índole más social que sanitaria.
Aún con estos antecedentes, cuando la Superintendencia de Seguridad Social hace el análisis financiero sobre la extensión del posnatal, se muestra que existe una disminución neta del gasto promedio mensual de 57,6%. Y tomando en cuenta esta disminución, la autoridad establece que el aumento del gasto que generó la extensión del reposo hasta los seis meses se financia en un 26% por la disminución del gasto, que siempre es financiada por el Estado y no por los seguros de salud, como Fonasa y las isapres.
Bajo uso de beneficios
La ley que rige el posnatal incluyó ciertas medidas que hacen flexible el beneficio. Por ejemplo, que las mujeres puedan tomar una porción del posnatal en la modalidad de jornadas parciales, o que estas puedan traspasar el beneficio a los padres de los niños.
Sin embargo, ninguna de las dos ha tenido, hasta ahora, un uso relevante. En el caso de las jornadas parciales, un promedio de 138 mujeres mensuales han optado por ella desde 2011. Y en cuanto a los permisos traspasados a los padres, el promedio mensual es de apenas 22.
«Son beneficios poco usados, pero eso no implica que sea malo. Con eso se deja abierta la posibilidad de la excepción, porque cuando la madre no puede hacerse cargo, eso lo tiene que asumir el padre. No es una lógica machista, sino que en el período de lactancia es muy importante el rol de la madre, al menos en los primeros seis meses», explica el subsecretario de Salud Pública, Jaime Burrows. Asegura que «el ideal es que los dos, madre y padre, estén involucrados con los hijos, pero como sociedad, solo podemos permitirnos que uno de los dos esté».
Lo complementa la directora de Fonasa, Jeanette Vega, quien cree que «si bien es un derecho, igual puede tener cierto costo. La mujer se lo puede tomar, pero tiene cierto costo para su carrera. Además, y como en todo, la información no es igual. A menor nivel socioeconómico, menor acceso a la información».
Escaso efecto
Solo un promedio de 138 mujeres al mes hacen uso del posnatal en jornadas parciales. Mayor uso entre familias con rentas altas
El análisis hecho hasta ahora muestra que quienes acceden a los nuevos beneficios incluidos en la ley de posnatal extendido son, en mayor proporción, aquellas personas de niveles de ingreso más altos.
Así ocurre con los subsidios en jornadas parciales, donde poco menos de la mitad (398 de 945) es utilizado por mujeres con rentas de más de 1,6 millones de pesos.
Esto, a juicio de las autoridades de Salud, ocurre por la inequidad en el acceso a la información sobre los beneficios, como plantea la directora de Fonasa, Jeanette Vega: «En todo ámbito, y esta no es la excepción, a mayor nivel socioeconómico, tienes mayor información y, por lo tanto, puedes decidir de mejor forma».
En cambio, el análisis de la Superintendencia de Seguridad Social es que «las personas en este tramo de renta imponible se ven afectadas en el cálculo del subsidio por el tope existente, obteniendo un subsidio inferior a su remuneración».
Otro de los puntos que resaltan del informe de la Suseso es que «el número de posnatales que se iniciaron aumenta más que el número de mujeres en edad fértil, lo que «hace suponer que además existió un aumento en la natalidad de este grupo de mujeres», según la autoridad.