Unidades de pacientes críticos son reconocidas como los «cuellos de botella» para la red asistencial pública:
A partir de 2015 se ofrecerán cambios que permitirían nutrir de facultativos preparados a las distintas unidades del país en un plazo de entre cinco y seis años.

Por RENÉ OLIVARES
Si hay un lugar en los centros de salud donde el límite entre la vida y la muerte es estrecho, es en las unidades de pacientes críticos.

En dichos servicios los pacientes requieren de apoyo tecnológico, monitoreo constante y personal altamente especializado para hacer frente a los distintos requerimientos de los enfermos.

Se requiere tal nivel de sofisticación en recursos humanos y equipamientos que son reconocidas por todos los expertos como el principal «cuello de botella» para el sistema de salud. Por eso, en los últimos doce años se ha prácticamente duplicado el número de camas de este tipo en los hospitales del país, pero la formación de médicos especialistas idóneos no ha ido de la mano, generando una de las principales brechas para el sistema de salud actualmente (ver infografía). Esta falencia obliga a comprar cupos de camas críticas al sector privado de salud, con costos más elevados para el Estado.

Cualquier ciudadano tendería a pensar que en estas unidades -que corresponden a las unidades de cuidados intensivos, UCI y UTI- trabajan los mejores especialistas. En este caso, médicos con subespecialidad en medicina intensiva.

Durante cuatro años, una comisión especial mandatada por el Ministerio de Salud se dedicó a analizar a quienes trabajan en dichas unidades, y el diagnóstico muestra resultados menos que alentadores en materia del recurso humano que se desempeña en estas unidades.

El documento, publicado en la Revista Médica de Chile, explica que «en estas unidades trabajan aproximadamente 860 médicos en sistemas de turnos. La mayoría son especialistas en medicina interna, pocos en anestesiología, menos en cirugía y una minoría son subespecialistas en medicina intensiva».

Ante este panorama se evaluó cuánto tiempo demoraría el Estado en aumentar el número de estos profesionales para poder proveer de este tipo de médicos a las distintas UCI y UTI del país. ¿La conclusión? «Solo después de varias décadas sería factible contar con estos especialistas para atender todas las UCI», afirma el documento.

El escenario, a futuro, solo tenderá a empeorar, como explica el jefe de la división de gestión de redes asistenciales del Ministerio de Salud, Hugo González, quien fue uno de los autores del documento. «Uno debiera suponer por la demanda, de acuerdo a la morbilidad y al envejecimiento de la población, que hay varias patologías de alta prevalencia sin cobertura adecuada, y que harán que el sistema tienda a requerir cada vez mayor número de camas críticas», explica.

Por eso, la Comisión Nacional de Medicina Intensiva diseñó un nuevo modelo de formación de médicos, asemejándolos a los médicos generales de zona (que atienden por un plazo en un lugar determinado y luego son recompensados con una beca para especializarse), de manera de hacer más atractiva la especialidad para los estudiantes.

Cambio desde 2015

Hasta hoy, esos médicos deben egresar como médicos cirujanos, obtener una especialidad (lo que puede llegar a requerir de seis o siete años, si se trata de una beca) y luego optar por subespecializarse en medicina intensiva.

El nuevo esquema -que operará a partir de 2015- plantea una formación «de hecho» en UCI y UTI por dos años, previo a entregarle al profesional una beca de especialidad. Luego, ya como especialista se convalidan los conocimientos obtenidos en los primeros dos años, y el médico es formalmente un intensivista. Con eso, además, se acorta de nueve a ocho años el proceso de formación.

Así se pretende hacerlo más atractivo para los médicos jóvenes, quienes muestran poco interés, entre otros factores, porque quien se dedica a trabajar en unidades de paciente crítico no tiene la posibilidad de tener paralelamente una consulta privada, como sí pueden hacerlo en otras especialidades.

Con ello, Salud espera que, al menos, quien se desempeñe como jefe de estas unidades en los hospitales sea un intensivista formado como tal.

»Solo después de varias décadas sería factible contar con estos especialistas para atender todas las UCI».

DOCUMENTO DE LA COMISIÓN NACIONAL DE MEDICINA INTENSIVA

»La morbilidad y el envejecimiento de la población (…) harán que el sistema tienda a requerir cada vez mayor número de camas críticas».

HUGO GONZÁLEZ,
MINISTERIO DE SALUD