A juicio del director en Berg Consultores S.A., mantener las actuales cifras de desempleo y remuneraciones dependerá de cómo se planteen algunos de los cambios anunciados, y de poder decir no a aquello que pueda afectar la inversión.

Por Óscar Galaz.

Amplia es la trayectoria del abogado Huberto Berg para poder hacer un diagnóstico acerca de cómo se encuentra el mercado laboral hoy en Chile y cuáles son los temas que faltan por resolver.

Lo anterior, considerando que el nuevo gobierno que se instalará el 11 de marzo próximo en La Moneda deberá enfrentar un escenario más complejo en materia económica, debido a la desaceleración de la economía local. Además, hay anuncios de reformas por parte de la presidenta electa Michelle Bachelet que incidirán el ámbito laboral.

A ello se suman las altas expectativas de cambios que su candidatura ha generado y las constantes demandas sociales, para las cuales, dice Berg, hay que «tener siempre presente el mundo real del país» y no la presión que se pueda hacer desde la calle.

¿Por dónde podría venir la mayor conflictividad para el nuevo gobierno?

-Acá hay que separar el tema en lo que es el mundo real, el popular y político. En el mundo real, donde están los empleadores y trabajadores, hay un ambiente bastante normal, de buenas relaciones y de avance, y eso tiene que ver con dos factores súper importantes: hay suficiente empleo y se está pagando más plata. Ahora, si no hay una intervención negativa de parte de las cúpulas y de los sectores políticos, este ambiente debiera mantenerse.

¿Los problemas entonces, podrían pasar por temas fuera de los trabajadores?

-Si las cúpulas entran a intervenir y a pedir situaciones que van mucho más allá de los problemas netamente gremiales, tú puedes generar un ambiente de conflicto artificial. Y en lo político pasa que con tal de figurar en los medios, salen con declaraciones muy rimbombantes que lo único que hacen es fomentar conflictos más que disminuirlos, como decir que los empleadores son abusadores. Ese tipo de declaraciones no ayudan en nada, ni al país ni a los trabajadores.

En este sentido, ¿cuál cree que será el papel que jugará la CUT, tomando en cuenta el apoyo explícito entregado a Bachelet?

-Los gremios y la CUT deben tener un rol absolutamente despolitizado, no deberían entrar a la arena política y no deberían instrumentalizar el movimiento sindical. Eso ya ocurrió en el pasado y los resultados fueron muy malos para todos. Lo otro es que efectivamente representen el verdadero sentir de la gente: a veces siento que se producen distancias entre lo que opinan las cúpulas, con lo que de verdad los trabajadores piden. Hoy la gente quiere que exista más trabajo, mejores sueldos, mejor ambiente de trabajo; no quiere conflictos.

A su juicio, ¿el programa presentado por Bachelet en materia laboral, se adecua a las necesidades del Chile de hoy?

-Siento que hay poco énfasis en el tema capacitación, tema tremendamente relevante y que genera la mayor diferencia en los países que tienen grandes avances, como Corea. El tema multirut es una materia que hay que abordar, entendiendo eso sí, que afecta sólo al 6% de los trabajadores. También potenciar la Dirección del Trabajo; hoy esta dirección te fiscaliza, multa y hace de mediador. Le agregaría la unidad de educación, porque muchas veces los errores o faltas que cometen las empresas es por desconocimiento. Me preocupa también que hay una suerte de ir otra vez al tripartismo, donde el Estado tiene una mayor intervención en las relaciones laborales y eso es un error.

¿Por qué?

-El Estado es un ente ordenador, puede encausar, orientar, pero no es el encargado de definir las relaciones para uno u otro lado. Hay que fomentar los acuerdos entre las partes, buscar niveles de entendimiento. Siento que en el tema laboral ha faltado una visión de país y que ha se tenido una mirada mucho más de cómo le saco provecho para terminar yo bien parado ante una determinada opinión pública. Cuando empecemos a operar con una visión de país de largo plazo, las cosas van a empezar a funcionar como la gente quiere.

¿Y del Código del Trabajo, que aspectos se deberían mejorar?

-Nosotros como país tenemos un problema:que todo se soluciona mediante la ley. Hoy la ley está buena, aunque es perfectible. Pero lo que no podemos hacer es que cada vez que llega un gobierno nuevo diga vamos a cambiar todo. Un tema en que sí me metería y que no lo vi en el proyecto de la Nueva Mayoría, es hacer algún tipo de modificación en el sistema de gratificación, porque con el tiempo esto se ha distorsionado respecto a la idea original. Es importante rescatar ese espíritu y buscar alguna fórmula para que las gratificaciones se paguen en función de los resultados.

Y en la sindicalización…

-No tengo tan claro que haya mayores trabas, si hoy para formar un sindicato juntas ocho trabajadores y está el sindicato. Lo que me preocupan es lo que ha planteado la CUT: que el único que pueda negociar colectivamente sea el sindicato. Entonces, cuando empiezo a usar el argumento de que para protegerte, te coarto tus derechos, es un camino súper peligro. Y eso no me gusta. Siempre he creído que la sindicalización debe ser una opción de los trabajadores y no una cierta imposición del Estado.

¿Cómo ve el panorama laboral para 2014?

-Son muy importantes las señales que se vienen dando. Tú no puedes crear empleo por ley, salvo que estemos en Cuba, pero sí puedes crear desempleo por ley. Cuando empiezas a generar leyes que apuntan directamente contra la decisión de contratar gente, estás creando desempleo. Hay que ser muy cuidadoso. Creo que en la medida que se mantengan los lineamientos, el espíritu de trabajo en conjunto, en que no se genere un ambiente de conflicto artificial y que no se les imponga a las empresas trabas porque sí, tienes la posibilidad de mantener la tasa de desempleo. Eso sí, con las restricciones macroeconómicas que puedan haber.

Pero hay quienes temen que algunas de las reformas anunciadas por Bachelet afecten el empleo.

-El tema de más impuestos si bien es complejo y delicado, a mí me preocupa más cómo se va a gastar esa plata. Creo que la Presidenta electa partió con expectativas muy altas y luego fue apaciguando las aguas, y viendo que estos cambios son cosas más paulatinas. En algunas quizás puede decir esto no conviene hacerlo y eso es mucho más sano. El problema mayor que puede tener el nuevo gobierno es que pudo haber generado muchas expectativas y la gente se guía por ellas y no por resultados.

¿Se atreve a aventurar cifras de desempleo y remuneraciones?

-Va a depender mucho de lo que pasen los primeros tres o cuatro meses. Eso te va a marcar la pauta de cómo viene el resto del año. Si se siguen las líneas razonables, creo que podemos tener cifras similares a las actuales, quizás un desempleo un poco más alto y remuneraciones creciendo menos, pero dentro de los rangos que ha establecido el Banco Central. Si las señales son muy malas y nos vamos a gobernar en función de la calle, evidentemente que la contracción puede ser mayor.

¿Y ve algún sector con mayores complicaciones?

-Lo que me preocupa es que está debilitándose la inversión. Y aquí hay un tema, ya que en la medida que empieza a mejorar el mundo externo, para muchos puede ser más interesante invertir en otro lado, en desmedro de acá. Esto está todo unido, no se puede separar, y más allá de las cosas que nos puedan llegar de afuera, lo importante es que no nos hagamos zancadillas entre nosotros y eso puede afectar claramente el empleo.