Son las ocho de la mañana, y al igual que muchos chilenos, María Eugenia Madrid comienza su jornada laboral. La pastelería que instaló en su casa hace más de 20 años la mantiene ocupada. Si es sábado, el día con más movimiento, puede llegar a despachar hasta 60 tortas. Sus jornadas son extensas. Atiende Público entre las 10 de la mañana y las 20 horas, pero su horario bien puede prolongarse hasta las 2 am.

¿Descansar? ¿Relajarse? Poco, los escasos momentos libres los dedica en gran parte al aseo y los menesteres del hogar. La dinámica de Roberto Silva, técnico conductor de asistencia en ruta para una de las operadoras del Transantiago, también es intensa. A las seis de la mañana comienzan sus tareas en la comuna de Pudahuel, las que comprenden seis días de la semana entre itinerarios que le toman a veces las mañanas y otras las tardes.

¿Algún respiro? Sí, los que pasa con su familia y su pareja y que incluyen comidas en la casa y ver series de televisión. ¿Todos los chilenos somos como María Eugenia y Roberto? Sí y no. Un estudio realizado entre dos mil personas por la empresa Visión Humana reveló que el ocio no se experimenta de la misma forma. Hay distinciones por comportamientos y segmento socioeconómico. Están los «activos», «tecnológicos», «cultural», «hogareño» y «tradicional’ (ver infografía)

En los dos primeros grupos la mayoría son jóvenes entre 15 y 29 años; mientras que el tercero el 48% de los encuestador se reconoce entre 60 y 80 años, en el cuarto predomina (84%) el rango de 45 a 80 años -con un 69% perteneciente al nivel socioeconómico definido como D- y el quinto se concentra en un 72% entre 30 y 59 años. El director de Investigación y Tendencias de Visión Humana, Jaime Gatica, explica que hay un aumento de las personas que dan mayor relevancia a los momentos de ocio.

Pero, agrega, «esa importancia no se traduce en más disponibilidad, que es lo que viene a la baja», dice Sus propias investigaciones dan dan cuenta de un descenso en el porcentaje de personas que perciben más tiempo libre. Si en 2014 era el 39%, en 2016 esa cifra bajó a 32%. El gerente comercial & marketing de GfK Adimark, José Miguel Ventura, asume que tener menos momentos de ocio es una realidad. Sin embargo, observa que existe un cambio de percepción al tener horas de esparcimiento tan acotadas: «Lo que está pasando es que nos estamos dando cuenta de que al tener menos tiempos de ocio, debemos rentabilizarlo de mejor manera. Por ello, si bien realizamos menos actividades, estamos aprovechando al máximo cada una de ellas».

¿Mucho tiempo en la micro?

Chile se ubica como el quinto país que más horas dedica al trabajo, dentro de los naciones pertenecientes a la OCDE, con 1.990 horas anuales, superando el promedio del organismo ubicado en 1770. Mientras que países como Alemania, Holanda, Noruega, Dinamarca y Francia se sitúan en los últimos lugares de la lista con menor cantidad de horas dedicadas al trabajo.

Estudios publicados en febrero de este año por la Australian Nationa I University (ANU) indican que el máximo de horas laborales a las que se pueden exponer las personas, sin poner en riesgo su salud, es de 39 horas semanales. Al compararse con los datos publicados por la OCDE, y considerando 253 días laborales en un año, los chilenos trabajarían 39,3 horas a la semana, superando la advertencias. Este alto número de horas dedicadas al trabajo es fuertemente criticado por los expertos. El jefe de consultores psicosociales de la Asociación Chilena de Seguridad (ACHS), Sebastián Valenzuela, comenta que «es pésimo» y que estas extensas horas de trabajo exponen a las personas a distintos problemas de salud. Uno de los factores que le resta opción a las dinámicas de ocio en el país son los tiempos de traslado.

En un sondeo realizado por Adecco en 2015 entre trabajadores de la Región Metropolitana, mostró que al 39% de las personas encuestadas le toma entre 30 minutos y una hora trasladarse a sus lugares de trabajo, un 24% entre 61 y 90 minutos y un 15% más de 90 minutos. Desde la ACHS opinan que estos tiempos muertos están siendo considerados por algunas empresas en ciertos países como horas de trabajo. «En cierta medida son así, son tiempos que uno no puede utilizar para tareas domésticas o asuntos personales, son horas que tampoco sirven para el trabajo» afirma Valenzuela.

El tiempo libre como una necesidad de salud

«Es un factor relevante tener tiempos de ocio», comenta el académico de la Universidad Adolfo Ibáñez y director del Instituto Bienestar, Wenceslao Unanue. «Tanto el ocio como el trabajo son clave para el bienestar y la salud mental», agrega. Unanue señala que «lo que ha ocurrido en Chile es que estamos cada vez más preocupados de ‘hacer algo’ en nuestro tiempo libre», afirmando que «si le sumamos el hecho de que es mal visto para muchos en Chile tener tiempo libre, lleva a muchas personas a mostrar y/o a buscar estar ocupado, disminuyendo las posibilidades de tener ocio, lo que provoca efectos negativos en la salud mental».

La carga de este concepto no ha pasado inadvertido en publicaciones de los últimos años. Andrew). Smart, autor del libro «El arte y la ciencia de no hacer nada», afirma que «a todos nos enseñan que el trabajo duro es el valor más importante de la vida. Sin embargo, investigaciones recientes muestran que el cerebro necesita un respiro, necesita descansar y necesita recuperarse». Su texto establece la hipótesis de que al momento de no realizar actividad alguna, ciertas áreas del cerebro funcionan a todo vapor y desde ese instante se activan redes neuronales que ayudan a la memoria y el desarrollo de la creatividad.

Para el año 2014, un 26% de los chilenos se consideraba «estresado», según un sondeo realizado por Adimark y para 2015 esta cifra aumentó al 39% y para el 2016, la cifra alcanzó un 42%. La Organización Mundial de la Salud (OMS) en el año 2016 indicó que la inversión en el tratamiento de la depresión y la ansiedad tiene un rendimiento del 400%, que cada dólar invertido tiene un retorno de US$ 4 en mejora de la salud y capacidad de trabajo. «La felicidad no es gratis, tiene costos, y las personas están asumiendo más esos costos, lo que se convierte en una fuente de estrés», sentencia Ventura.

¿En qué se nos va el tiempo?

A la realidad expuesta no es ajena la última encuesta de Chile 3D desarrollada por Adimark sobre estilos de vida. Los datos entregados por el sondeo, muestran que el 74% de los encuestados «Muy a menudo» y «A menudo» dedican sus tiempos libres a ver televisión, un 63% los dedica a escuchar música, mientras que hablar por teléfono y navegar en internet ocupan un 59% y un 57% respectivamente. Sobre este tipo de actividades, Valenzuela sostiene que son ocupaciones que «fisiológicamente al cuerpo no le piden mucho esfuerzo, y aparentan mucha ganancia», actividad que compara con comer comida chatarra, «el cuerpo cree que es bueno, pero no lo es».

 

Fuente: El Diario Financiero