Indica que 3 años de crecimiento en torno a 2% «es insuficiente» y terminará afectando el empleo y los ingresos de las personas, por lo que insiste en la necesidad de que el Gobierno evidencie con acciones concretas un cambio de rumbo. Además expresa su preocupación por China: «Si crece menos de lo estimado y el precio del cobre se queda en los niveles actuales, el país (Chile) va a entrar en una situación más complicada».

Por Juan Pablo Palacios.

El riesgo de una mayor desaceleración en el crecimiento de nuestro principal socio comercial, China, sumó una nueva incertidumbre a la ya fría economía chilena. Ese escenario es visto con preocupación por el presidente de la Sociedad de Fomento Fabril (Sofofa) Hermann von Mühlenbrock, justo cuando la agenda de reformas del Gobierno sigue su curso.

“Si tenemos un país creciendo permanentemente en torno al 2%, a pesar de no haber recesión ni crisis, los principales afectados serán las personas”, advierte el timonel de la industria, al insistir en la necesidad de un cambio de rumbo para levantar la economía.

¿Aumentó la incertidumbre local tras el desplome de las bolsas mundiales a principios de la semana pasada a raíz de China?

En el último Consejo General de la Sofofa una de las cosas que analizamos y en la que hubo acuerdo, es que Chile aún no entra en crisis económica, pero de no modificar el rumbo podríamos enfrentar riesgos. ¿Estamos creciendo? Sí, poco, pero estamos creciendo. Los números macro, por el momento, siguen razonablemente bien, pero hay dos temas que en el corto plazo podrían afectar las expectativas.

¿Cuáles son?

Primero, la inflación que ha subido principalmente como consecuencia del tipo de cambio alto y que este año podría cerrar en 4,6%. Y lo segundo es el mayor déficit fiscal, que estaría avanzando hacia arriba del 3%. Pero pese a ello, no se puede hablar de que hay una crisis económica. Lamentablemente, gran parte de la desaceleración que estamos experimentando tiene sus raíces en decisiones en el ámbito interno y éste es un tema que realmente preocupa.

A este escenario hay que agregarle las incertidumbres que vienen desde el frente internacional. En el caso de China, más allá de las turbulencias temporales, hay que analizar su crecimiento de largo plazo que según la mayoría de los expertos seguirá sobre el 6% en los próximos años, lo que de alguna manera amortigua la caída del precio del cobre.

¿Y si las expectativas se equivocan y crece menos de 6%?

Si China crece menos de lo estimado y el precio del cobre se queda en los niveles actuales, el país va a entrar en una situación más complicada, tanto desde el punto de vista fiscal como los efectos que trae aparejado en menores términos de intercambio. El gran desafío que tenemos como país, es retomar tasas de crecimiento por sobre los niveles del resto del mundo. De lo contrario, no podremos seguir reduciendo la brecha que nos separa de los países desarrollados.

Pero usted dijo que Chile sigue creciendo.

Si tenemos un país creciendo permanentemente en torno al 2%, a pesar de no haber recesión ni crisis, los principales afectados serán las personas. Cuando un país crece al 2%, la creación de empleo es insuficiente para absorber las nuevas generaciones de trabajadores, la inversión se estanca y se genera un círculo vicioso que entrampa a la economía en niveles de crecimiento mediocres.

¿Ese es el verdadero tema de fondo en esta discusión?

Así es. Nuestra preocupación principal es encontrar la fórmula para volver a crecer. Nos preocupa que el próximo año tendremos un crecimiento levemente superior al de 2015, con los cual completaríamos tres años de expansión insuficiente. Eso nos llevará a que la capacidad de las empresas de generar empleo se vea afectada, con un impacto directo sobre las personas y sus ingresos.

¿Ya hay señales de caída en la inversión para mantener la capacidad de una empresa?

En general las empresas mantienen niveles de inversión que compensan la depreciación de sus activos y que les permite mantener su capacidad de oferta. Sin embargo, para que un país crezca, la inversión tiene que ser mucho más expansiva. En general si no hay inversión uno no puede aspirar a un crecimiento económico elevado. Por eso creo que hay que insistir en la importancia de generar incentivos para la inversión, para que ésta logre dinamizar el crecimiento. En esto radica nuestra preocupación por el impacto que generan todas las reformas en curso sobre las decisiones de las empresas.

¿Ve riesgo de una recesión en el futuro?

En nuestras estimaciones no vemos el riesgo de una recesión, pero sí un país con un crecimiento lento, lo que nos lleva a tener un país aletargado. Al empresario le gusta emprender, innovar, pero con un país creciendo al 2% eso no es factible, y al final es perjudicial. Seguimos pegados en el discurso de la desigualdad, pero hay que reconocer que ha habido mejoras reales importantes, ha bajado sustancialmente la pobreza. Cuando empezamos a poner el foco sólo en la desigualdad y se nos olvida el crecimiento, que es lo que realmente impacta en la superación de la pobreza, las políticas públicas se empiezan a diseñar en forma profundamente equivocada, porque parten de un error de diagnóstico.

¿Qué medidas se deben adoptar para reactivar el crecimiento?

Pensamos que cualquier medida reactivadora debe partir reconociendo la importancia de la iniciativa privada, de los mercados abiertos, de la capacidad de las personas de emprender. Esas señales son las que el país necesita para volver a crecer. A los empresarios les afecta mucho comentarios del tipo que todo hay que cambiarlo o que la mayoría de los empresarios abusa de los trabajadores. Todos estos comentarios que nacen desde la parte emocional, terminan afectando las decisiones.

¿Y qué tipo de señales espera entonces?

Un cambio de rumbo desde el Ejecutivo y un discurso positivo desde los diferentes sectores, con un mejoramiento continuo a partir de lo que tenemos. Pero cuando se entra a una visión casi rupturista se genera una situación complicada, sobre todo con cosas que uno no sabe si van a operar. La Reforma Tributaria no cumple ni un año y ya se va a cambiar. Tenemos problemas complejos de productividad que hay que solucionar. La persona más productiva va a ganar más y va a tener más tiempo libre. Hemos tenido problemas en comunicar eso.

¿El realismo sin renuncia ayuda a reactivar el crecimiento?

Valoramos la decisión dura y compleja que tomó la Presidenta cuando cambió a sus ministros. Ahora estamos esperando que las expectativas que generó este cambio se traduzcan en acciones concretas y creemos que hay oportunidades muy claras de demostrar que hay una voluntad de hacer las cosas mejor a como se hacían antes. Esperamos una mejor reforma laboral, que vaya en la línea de generar más empleo, más productividad y menos conflictividad. También esperamos una señal importante en el Presupuesto 2016, que debiera estar marcado por una señal de austeridad.

¿Espera que del consejo de gabinete de este lunes salgan medidas concretas y mayor gradualidad?

Si bien este Gobierno salió elegido por una importante mayoría, eso no le da el derecho de pasar las leyes que quiera. Y esa es la esencia del reclamo de la ciudadanía hoy. Creemos que aquí tiene que haber un cambio de rumbo importante. Más que gradualidad, tiene que haber un cambio en la discusión y en la participación de los distintos actores en los proyectos que se están llevando adelante. Lamentablemente, hemos visto poco diálogo efectivo en las reformas. En el caso de la laboral, por ejemplo, creo que hay espacio para que todos los actores nos pongamos de acuerdo para sacar un buen proyecto. En Inglaterra hubo una comisión que estuvo en torno a cuatro años analizando la reforma fiscal necesaria para crecer, crear empleos, subir ingreso per cápita. Para hacer buenos cambios se necesita escuchar y tiempo para asimilar.

¿Cómo debe simplificarse la Reforma Tributaria?

Hay un activo que tuvo el Gobierno y que desaprovechó. Logró que el empresariado estuviera de acuerdo en subir los impuestos, cosa que no era fácil. Ni siquiera con Piñera se vio esa disposición. Finalmente ese logro no se capitalizó, ya que los empresarios no estuvieron de acuerdo en la forma para subir los impuestos y no se mantuvieron adecuadamente los incentivos a la inversión. Creo que el ministro Valdés tiene la gran oportunidad de dejar un sistema que realmente incentive el ahorro y la inversión, y sea sencillo de operar.

¿Son partidarios de postergar el proceso constituyente?

Se habla del cómo, pero creo que primero debemos ponernos de acuerdo en el qué. Si estuviéramos todos de acuerdo en el qué, quizás el cómo perdería importancia. Pero empezar a discutir el cómo sin saber el qué, genera un grado de incerteza tremenda. Si no hay claridad en eso, todos nos ponemos a especular sobre los cambios que se quieren y ante la duda todas las decisiones quedan paralizadas.

¿Qué reflexión hace de la protesta de los camioneros?

El llamado de los camioneros lo interpreto como una demanda hacia el Estado de Chile por mayor seguridad y justicia de un sector productivo que por décadas se ha visto afectado, principalmente en La Araucanía. Me afectó profundamente el nivel de violencia y de odio que todos los chilenos pudimos observar cuando la caravana de camiones llegó a La Moneda. El hecho de que víctimas de la violencia sean recibidos por sus compatriotas con más violencia, y más aún frente al palacio de Gobierno, es una señal que no podemos dejar pasar. Lo que se está viendo amenazada es nuestra convivencia democrática.